19 de abril de 2011

“PRODUCTOS MILAGRO”


A veces los miramos con cierta indulgencia, pero lo cierto es que los productos milagro se venden en cantidades enormes, perjudicando a miles de personas. La información es la mejor defensa contra ellos.
Se ha hablado muchas veces de los productos milagro y el perjuicio que pueden hacer, tanto para nuestro bolsillo como, lo que es peor, para nuestra salud. Pero además, pueden hacer un daño indirecto si nos centramos en una solución ilusoria y descuidamos los caminos más realistas y efectivos, de forma que, cuando descubrimos el engaño, nuestra situación es peor que al principio.
Parece mentira la tibieza y amabilidad con que los medios y las autoridades han tratado a esos fraudes conocidos eufemísticamente como “productos milagro”.

El pasado 14 de febrero, llamó la atención de los medios
la noticia de que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios de la Secretaría de Salud (COFEPRIS) había ordenado el retiro de más de 250 “productos milagro” (es decir, según el comunicado, “que prometían ‘curar’, sin tener ninguna base científica, diversas enfermedades como cáncer, osteoporosis, obesidad, depresión, sobrepeso y artritis”), y había prohibido la transmisión de 307 anuncios engañosos.
Pero lejos de aprovechar para exhibir los fraudes que constituyen la venta de estos productos, muchos comentaristas se han limitado a afirmar que “no está comprobada su eficacia”, y a veces hasta a defender el derecho de las compañías a venderlas. En realidad, lo que está perfectamente comprobado es su falta de eficacia, al igual que los efectos nocivos de varios de ellos. La llamada “uña de gato” o el “té verde”, por ejemplo, resultan dañinos para pacientes que viven con VIH, y perjudican el tratamiento con antirretrovirales que reciben. Otros contienen hierbas que, en dosis no controladas y sin supervisión médica, pueden resultar dañinas.

PROPUESTA:
Presentar una iniciativa de reforma a la Ley General de Salud.
*Obligar a los fabricantes de los  productos “milagro” a obtener autorizaciones sanitarias para su comercialización y la difusión de sus anuncios publicitarios; además, establecer multas para aquellas empresas que publiciten sus productos sin autorización. También que se evite la publicidad de estos productos en los medios de comunicación sin tener el permiso de la Secretaría de salud.



Elaborado por: Rodríguez Aguirre Susana Alejandra 3° Av

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